La devoción a la Virgen del Socorro

Es tal la devoción que los italianos tienen a la Virgen del Socorro, que logran transmitírsela al insigne militar montillano Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán, tras llegar a Sicilia en su "socorro", frustrando así la inminente invasión francesa de la península itálica. En años sucesivos, El Gran Capitán dio muestras de patronazgo y veneración hacia esta advocación de la Santísima Virgen.

Pero dentro de la península ibérica, también se suceden los ejemplos de devoción a esta advocación mariana. Así, en la villa de Tíjola, situada en la alpujarra almeriense, la patrona es la Virgen del Socorro. Su historia íntima nos dice que la imagen abogada de la población fue traída desde tierras napolitanas por El Gran Capitán. Así lo narra un historiador local:
"La tradición nos dice que nuestra Virgen vino de Italia. Era el año de gracia de 1498. El Reino de Nápoles se vio invadido por las tropas de Carlos VIII de Francia. En su auxilio, los Reyes de España, Don Fernando y Doña Isabel mandaron sus mejores Tercios, a cuyo frente iba un gran Jefe, Gonzalo de Córdoba. Al final de la histórica campaña, en la que los triunfos españoles se fueron sucediendo uno tras otro -Nápoles, Ceriñola, Garellano...- donde las tropas francesas quedaron completamente deshechas, El Gran Capitán, en conversación sostenida con su capellán, reconocía que la causa principal de que su plan estratégico fuese un éxito, no era otra que la intercesión de la Virgen del Socorro, así llamada desde entonces, por haberles "socorrido" en todos los campos de batalla."

Otro testimonio de la encendida devoción que Gonzalo Fernández tuvo hacia Nuestra Señora del Socorro lo tenemos en la provincia de Córdoba. En los primeros años del siglo XVI, cuando Don Gonzalo volvía de la capital del Reino de una audiencia en la corte, pasó por la villa de Pedroche, donde se estaba construyendo un convento para franciscanos.
"Tuvo noticia de esta construcción El Gran Capitán, Don Gonzalo de Córdoba, y quiso sufragar todos los gastos de la iglesia del convento, para cumplir cierta promesa hecha, que se pondría bajo la advocación de Nuestra Señora del Socorro. Respecto a tan alto caballero, el pueblo de Pedroche accedió y fue admitido como fundador, bajo las siguientes condiciones: que no se enterrase en la capilla mayor persona alguna que no fuese religioso o noble de nacimiento, y que quedaba obligado a los reparos y reedificaciones de la iglesia, obligación que pasaría a sus sucesores. Sobre la puerta de la iglesia de la Virgen del Socorro se hizo la capilla y fue colocada la imagen. Desde el propio Pedroche se veía con claridad, pues estaba al descubierto por esta parte, defendida por una reja sobre la que El Gran Capitán puso sus armas."

De esta manera, la primitiva Virgen del Socorro -de la que no conocemos su iconografía- impregna su veneración entre los montillanos. Ha llegado hasta nosotros la noticia de un fervoroso devoto, el Licenciado Juan Rodríguez de Baeza, clérigo Beneficiado de Carmona, Chantre de la Catedral de Sevilla y muy vinculado a los Fernández de Córdoba por su linaje, ya que es nieto de Fernán Rodríguez de Baeza, recaudador y criado de Don Pedro, señor de Aguilar y padre de El Gran Capitán.
El Chantre Rodríguez de Baeza manifiesta su devoción hacia la Virgen del Socorro, legándolo por escrito en 1578 de su puño y letra en su testamentaría, donde favorece a la imagen y cofradía. "Ítem mando se den tres mil maravedíes a la ymagen de Nª Sª del Socorro que esta en la yglesia del Sr. Santiago desta villa junto al Sagrario para ayuda al tabernáculo o para aquello que el administrador de la Cofradía della lo quisiere emplear, porque Ntra. Sª benditísima se acuerde de socorrerme en esta vida y al tiempo que Ntro. Sr. me llamare lo qual es de derecho de tiempo que yo fallezca…". Del mismo modo, pidió ser enterrado en la cripta funeraria del Sagrario de la Parroquia Mayor.

Lo que sí podemos verificar en este bosquejo histórico es la antigüedad de la advocación del Socorro en Montilla. En los primeros textos manuscritos que se conservan en el archivo parroquial de Santiago, ya aparece establecida la Cofradía de Nuestra Señora del Socorro. Se trata del Libro Segundo de Testamentarías (el Primero está desaparecido), donde podemos leer cómo el Vicario toma cuenta al Colector de las misas funerales de los difuntos de las distintas cofradías que "se contaron veinte y tres días del mes de febrero del año pasado de 1575 hasta el último testamento que es en la plana de ésta otra parte contenido inclusivamente de las misas que tiene recogidas y así las pagadas como por pagar y así de testamentos como de las cofradías de las Ánimas de purgatorio y de la Vera Cruz y de San Sebastián y de Ntra. Señora del Socorro".
Asimismo, constatamos dicha antigüedad en el Archivo General del Obispado de Córdoba. En el primer libro de Visitas Generales que se conserva, podemos leer la primera visita realizada a Montilla en 1580 por el Provisor del Obispo. En la relación de "Cuentas de cofradías, ermitas y hospitales" aparece la Cofradía de Nuestra Señora del Socorro.
En agosto de 1580, la imagen de gloria de la Virgen del Socorro es tomada para fundar la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, como quedó plasmado en la fundación de la misma por el dominico fray Diego Núñez del Rosario, quien "erigió y ha erigido e fundado en esta villa en la dicha iglesia, la Cofradía devota de Ntra. Sra. del Rosario e señaló la Imagen y altar que hasta aquí solía llamarse de Ntra. Sra. del Socorro que está a la mano derecha como entramos en el Sagrario de la dicha iglesia y la nombró de nuevo del apellido y devoción del Rosario".

Tras el cambio de advocación a la primitiva imagen de gloria, los hermanos de la Vera Cruz proponen titular a su imagen dolorosa Madre de Dios del Socorro, pasando así la advocación a venerarse en su ermita, junto al Santo Cristo de Zacatecas. Desde los años siguientes, la advocación del Socorro está incluida en el acervo patrimonial de la Cofradía de la Santa Vera Cruz.
A partir de 1580, los hermanos comienzan a venerar la imagen, integrándola en la estación de penitencia del Jueves Santo, donde iba cerrando el cortejo procesional. De su ajuar nos da buena noticia un inventario fechado en 1617 en el que aparecen todos los atuendos propios de la Madre de Dios. "Una imagen de Nuestra Señora de bulto, un vestido grande de brocado verde y naranjado, un manto verde quemado, una saya de tafetán negro, una ropa de tafetán realzado negro, un manto de burato, una saya de tafetán de picote de seda tornasolada con molinillos, otra saya de tafetán amarillo cretado, una ropa de terciopelo negro con pasamanos de oro, un frontal de damasco ocre y naranjado que se hizo de una saya que dio Dª María Castro, mujer de D. Juan López Banda. En el altar de Nuestra Señora un frontal carmesí y amarillo, otro negro de tafetán, una cruz grande dorada, otra cruz verde con fajas de oro alrededor, unas andas doradas de Nuestra Señora, dos jubones de telilla de Flandes azul, tocas y valonas de Nuestra Señora."

Como refleja el extracto que hemos recopilado de este inventario, las pertenencias de la Madre del Socorro eran considerables. Muchas de ellas habían sido donadas por hermanos y devotos de la Virgen. Estas ofrendas se hacían generalmente en las testamentarías de los donantes y se conocen numerosas, entre las que hemos destacado las mandas que hace Lucía de Aguilar, viuda de Juan Trapero en su testamento otorgado en 1685: "Mando mi entierro sea en la ermita de la Santa Vera Cruz de esta ciudad.[…] Al Santo Cristo Crucificado desta dicha ermita de la Santa Cruz media libra de cera. […] A la Madre de Dios del Socorro que está en dicha ermita de la Santa Cruz una basquiña de ormesí que tengo mía propia".
A modo de conclusión, podemos decir que la documentación conservada en los archivos locales delata la presencia de la advocación de la Madre de Dios del Socorro en los umbrales del siglo XVI. Son éstos los que nos revelan los cambios y avatares históricos que sufrió la primera imagen que se veneró en Montilla, pasando de gloria a dolorosa y quedando fusionada desde entonces a la Cofradía de la Santa Vera Cruz, que le confeccionó altar y patrimonio propio en su desaparecida ermita.
Antonio Luis Jiménez Barranco
Hermano Mayor
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